LLEGÓ EL VERANO, ¿SE ACABÓ EL ESTRÉS?
¿Te interesa conocer algunas claves para la prevención y gestión del estrés?
Comenzamos por definir el estrés:
La respuesta de estrés se produce cuando detectamos un desafío o amenaza y percibimos que no disponemos de los recursos necesarios para afrontarlo.
El estrés puede ser positivo y servir para dinamizar la conducta. la dificultad viene cuando la respuesta de estrés se intensifica y se da de forma muy frecuente o duradera, lo que tiene repercusiones para la salud.
Esta amenaza percibida puede ser externa, pero es suficiente con que pensemos sobre ella para que se produzca la respuesta de estrés.
Estas «amenazas» o estresores no son universales, a todos no nos estresa lo mismo. Sí sabemos (1) que hay cuatro factores que determinan que una situación puedas ser estresante: su novedad, que sea impredecible, que la percibamos ajena a nuestro control y como una amenaza a nuestra personalidad. No es necesario que se den los cuatro factores a la vez, de hecho, las situaciones o tareas que originan el estrés cotidiano son altamente predecibles.
Estas amenazas o estresores pueden estar relacionados con acontecimientos vitales extraordinarios (divorcio, despido, fallecimiento de un familiar, etc.), situaciones adversas cronificadas (enfermedad propia o de un familiar, carencias económicas, etc.) o con aquellos desafíos de la vida cotidiana, de baja intensidad pero de alta frecuencia que producen malestar e irritabilidad y que denominamos estrés cotidiano.
¿Y en verano qué situaciones son comúnmente generadoras de estrés? ¿Qué estrategias podemos utilizar para su prevención/gestión?
1.Seguir inercias, es decir, hacer lo que has hecho siempre en vacaciones sin plantearte si te beneficia.
-Para contrarrestarlo, revisa las posibilidades que tienes y elige según tus prioridades. Puede ayudarte si te preguntas: «¿qué eché en falta hacer el verano pasado?, ¿está dentro de mis posibilidades (familiares, económicas, de tiempo…)? ¿sí?, empiezo a organizarlo». También pueden ayudarte preguntas como «¿qué me ayudaría a recargar energía, a descansar?» procura darte respuestas muy concretas, de esta forma y si te funciona, podrás repetirlo.
2.Tener una planificación del tiempo de ocio tan cerrada, en la que cumplir con todos los planes se convierte en algo parecido a una yincana. También puede ocurrir lo contrario: no saber cómo ocupar todo el tiempo del que se dispone, lo que genera una sensación de hastío.
– El ocio saludable es el que se orienta al descanso, la diversión, el tiempo en familia y el desarrollo personal y social, dando cabida al desarrollo de potencialidades personales y a la construcción de relaciones. Para ello, naturalmente, no debemos esperar al verano, si no cultivarlo a lo largo del año; en verano podemos darle continuidad y probar nuevas opciones de actividad. De este modo no depositamos el 100% del desarrollo de nuestro ocio únicamente en verano y por supuesto, ya tendremos recorrido en cómo cultivarlo.
Si tienes hijos pequeños o adolescentes, estas lecturas, pueden resultarte de interés: Educar para el ocio a los más pequeños y en la adolescencia.
3.Se pasa más tiempo en familia, lo que supone tener que adaptar y reorganizar ciertas rutinas y resolver conflictos diferentes a los habituales. Pensar que como estamos en vacaciones y en familia no debería haber roces, además de alejarse de la realidad, no permite centrarse en mejorar la comunicación.
-Conviene aprender a expresar preferencias, propuestas y puntos de vista de forma respetuosa, así como a resolver conflictos y llegar a acuerdos.
4.Cuando se tienen niños pequeños, una «queja» frecuente es que la alteración en los horarios genera cierto caos familiar y desgaste en los padres.
– Cabe recordar que una de las funciones principales de las normas y rutinas es regular y facilitar la convivencia familiar. Conviene pensar bien en las variaciones que se hagan en los horarios y rutinas, en cómo colaborarán en casa, qué franja del día dedicarán al repaso y cuál a actividades lúdicas. Las variaciones en las rutinas hay que comunicárselas con claridad para que las puedan cumplir.
Es cierto que en verano se puede dejar un margen más amplio a la improvisación, pero sobre una ruta que favorezca una agradable convivencia.
5.Dificultad para desconectar del trabajo.
– Para desconectar del trabajo es necesaria una buena labor de previsión para cerrar tareas y delegar aquellos asuntos que no pueden estar sin atender; hay que asegurarse de comunicar con claridad qué y a quién se delega cada asunto y asegurarnos de que hemos dado toda la información y formación necesaria al respecto. Por otro lado, si tu puesto y/o tipo de trabajo exige una comunicación diaria, detalla con claridad en qué franja del día pueden contactar contigo y la vía (sólo teléfono, sólo correo…) y aquí has de ser estricto principalmente contigo mismo, es decir, no consultar continuamente el teléfono o atender fuera de hora.
6. Por último, al igual que el estrés tiene repercusiones sobre la salud, un estado de mala salud puede actuar como fuente significativa de estrés y puede hacernos más sensibles al mismo.
– Mantener una alimentación sana y equilibrada, seguir pautas de higiene de sueño y realizar ejercicio físico son hábitos a cultivar estemos o no de vacaciones.
Vemos que salir de la rutina y adaptarse a los cambios que a nivel laboral y familiar suponen no sólo las 2/3 semanas de vacaciones, si no todo el periodo de verano implica afrontar situaciones y tareas potencialmente estresantes. Conviene no idealizar este periodo e identificar los principales retos que implica, para prevenir la aparición del estrés o gestionarlo de forma eficaz.
En Avanza te asesoramos de forma personalizada.
Sol Vadillo Gutiérrez. Psicóloga nº col. CV-10173
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS PRINCIPALES:
– (1) Sonia Lupien, Neurocientífica, Fundadora y Directora del Centre for Studies on Human Stress (Canadá)
– Labrador, F.J., Crespo, M. (2003).. Estrés. Madrid: Síntesis.
– Robles Ortega, H., Peralta Ramírez, M.I. (2010) Programa para el control del estrés (Manuales prácticos). Madrid: Pirámide.