Es probable que te propusieras nuevos objetivos cuando comenzó el año. ¿Estás avanzando en su consecución? Si es así, enhorabuena. Si no estás satisfecho con los logros obtenidos y quieres reorientar el proceso, quizá te interese continuar leyendo.

Para avanzar hacia la consecución de los  objetivos marcados es necesario que formen parte de un propósito personal más amplio y que estén en consonancia con él. También es necesario trazar un plan de acción con fases claras y con tareas bien definidas. Ambas claves contribuyen a que cada paso dado adquiera significado y favorecen la motivación para mantener la acción. Cuando notas que te alejas de tus objetivos, conviene revisar distintos aspectos, relacionados con estas claves:

Comienza por preguntarte si el objetivo que te has propuesto atiende realmente a tus propios intereses y valores, o por el contrario viene impuesto por terceros. Quizá simplemente te has dejado llevar por tópicos: «este curso voy a cuidarme más, voy a hacer algún tipo de voluntariado», etc. ¿Con cuánta frecuencia oímos a comienzo de año/curso propósitos similares? ¿No resulta fácil dejarse llevar y hacer de ellos objetivos propios sin serlo realmente?

Si tus objetivos responden a tus propios intereses, el paso siguiente es definirlos con las siguientes claves:

1.En términos positivos, para orientarte hacia lo que quieres lograr y no hacia lo que quieres evitar.

Un ejemplo: «No voy a llevar una vida tan sedentaria a partir de ahora», probemos a cambiarlo por : «Voy a llevar una vida más activa, incorporando ejercicio».

Es necesario transformar las necesidades de cambio en logros a alcanzar.

2. Concretos: ¿cómo se incorporarán en tu día a día?. Seguimos con el ejemplo: «Llevar una vida más activa incorporando ejercicio».

Hacerte preguntas te ayudará a concretar: ¿qué deporte elijo? ¿cuántos días a la semana lo haré?, ¿qué día?, ¿qué otros hábitos voy a incorporar?… «Bien, haré natación los martes por la tarde e iré caminando todos los lunes al trabajo».

3. Realistas y alcanzables: que impliquen exigencia pero que sean viables. Objetivos excesivamente ambiciosos pueden dar lugar a la desmotivación y abandono rápido.

Seguimos con el ejemplo, si hace varios años que no haces deporte ¿parece realista plantear 4 días de ejercicio semanal?

Considera factores como horario de trabajo, tipo de ejercicio elegido, tiempo necesario para los desplazamientos, etc. ¿cuántos días a la semana puedes hacerlo?

3. Medibles y evaluables:  este punto guarda relación directa con los anteriores, para valorar si estoy cumpliendo con mis objetivos, necesito tener un plan que se pueda medir: ¿He hecho natación todos los martes por la tarde?, ¿He ido andando todos los lunes al trabajo?

En caso negativo, puedes valorar cuáles han sido los obstáculos y hacer ajustes; si has cumplido, favorecerá tu motivación para continuar.

4. Que su consecución dependa de uno mismo: es decir que no dependa de otros condicionantes, por ejemplo: «cuando tenga menos trabajo haré…», «cuando me cambien el horario…».

Si realmente incorporar la actividad física es un objetivo importante para ti, el planteamiento útil sería: «con el horario y carga de trabajo prevista este trimestre, ¿qué día de la semana es más fácil que pueda hacer deporte?

Objetivos formulados en términos positivos, concretos, realistas, medibles y que dependan de uno mismo, te facilitarán crear y seguir un plan de acción que te permita conseguir tus objetivos.

Tus objetivos responden a tus intereses y valores, están correctamente planteados y has elaborado tu plan. El último paso es el salto a la acción. Revisa tu plan periódicamente, felicítate por tus avances y haz los ajustes necesarios.

Recuerda que en ocasiones no se trata de ajustar el plan, si no que conviene revisar los propios objetivos.

Si deseas asesoramiento personalizado para avanzar hacia tus metas y objetivos, puedes contactar aquí → Sol Vadillo, Psicóloga. Contacto

Sol Vadillo Gutiérrez. Psicóloga nº col. CV-10173 

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