Además de las necesidades físicas, biológicas y cognitivas, niños y niñas presentan necesidades sociales y emocionales o afectivas, que son satisfechas -o han de serlo- por parte de la familia; la necesidad de establecer vínculos afectivos, es una necesidad original en el ser humano, somos biológicamente afectivos.

Entre las necesidades emocionales y sociales (autonomía progresiva y participación, interacción y pertenencia a grupos de amigos y redes, interacción lúdica, etc.) la fundamental es la seguridad emocional.

La respuesta a esta necesidad de seguridad emocional se construye a partir de saberse amados y aceptados de forma incondicional por las figuras de apego (padres/otros cuidadores principales) y sienta las bases para el desarrollo de una adecuada autoestima. A lo largo del desarrollo del niño, se incorporarán otros referentes que influirán en su autoestima (amigos, profesorado), variando el peso específico de la familia en la misma-en los primeros años fundamental-, pero estando siempre presente.

Pero, si bien el peso de la familia es clave, no todas las prácticas educativas permiten fomentar por igual la autoestima.                                                              Se ha comprobado (1) que el estilo de educación  familiar democrático es el que mejor contribuye a que el niño elabore una imagen  positiva de sí mismo; sus características clave son propiciar un ambiente estructurado con hábitos y normas claras y favorecer la comunicación y expresión del afecto.

A continuación les presento -en clave de orientación-, las principales líneas a seguir para fomentar la autoestima de los niños, en consonancia con este patron educativo:

1. Mostrar disponibilidad para la escucha, estar atento a sus demandas,  a sus inquietudes y responder a las mismas.                                                                                                                Conviene crear espacios y tiempos en los que el niño perciba que la prioridad es ese encuentro de diálogo, sin distracciones.

“… Escuchar a un niño es una manera decirle que vale la pena, que nos interesa, que lo tenemos en cuenta, que lo que dice es importante. Es, por tanto una condición para desarrollar la autoestima. Los niños que son escuchados saben que son importantes, que tienen capacidad de influir en los demás, que su presencia cuenta.”(2)

 

2. Plantear exigencias y ayudarle a proponerse retos a sí mismo/a.                                               Un factor clave de la autoestima es la valoración que se hace de la distancia entre las metas propuestas y el nivel alcanzado en las mismas.

Este punto revela la importancia de que las exigencias y retos que se les planteen sean realistas, ajustados a su momento evolutivo, a sus intereses y a sus ritmos.

Además, acompañarle en sus retos, ofrece oportunidades para guiarles hacia la tolerancia al error y a reorganizar la tarea en función del aprendizaje que este brinda, para enseñarle a considerar otras opciones al resolver situaciones y dificultades, para aprender a pedir ayuda, etc.

3. Incluir el elogio como herramienta educativa.

El elogio constituye una herramienta educativa fundamental que nutre su autoestima, teniendo, eso sí, determinadas claves como referencia:

Ha de centrarse en los esfuerzos y progresos; ser concreto y descriptivo, no evaluativo;  ajustado (realista), evitando las exageraciones y las comparaciones con otros o que recuerden antiguas flaquezas; y cercano en el tiempo, sobre todo en el caso de los más pequeños.                                                                                         Todo ello le ayudará a percibir que sus padres le prestan atención cuando se esfuerza, cuando progresa, favoreciendo que se focalice también en estos aspectos positivos y  que construya un relato positivo sobre sí mismo.

4. Ofrecer un ambiente estructurado, en el que se establezcan hábitos y normas y en el que progresivamente se otorguen-asuman nuevas responsabilidades.

Saber qué se espera de ellos y qué pautas seguir, les permite poder predecir, implica poder ejercer control sobre el ambiente y sentirse eficaces en situaciones concretas.

Las normas han de ajustarse a las posibilidades del niño, establecerse de forma clara, con anticipación y coherencia, empleando formas de disciplina inductiva.

5. Fomentar la relación con iguales y con la comunidad escolar.

Este aspecto, además de responder a la necesidad de vincularse a grupos y redes, les aporta experiencias en las que desarrollar sus habilidades sociales, favoreciendo su percepción de valía en este área.   Es igualmente importante fomentar la continuidad en estas relaciones.

6. Expresar abiertamente el afecto y fomentar la interacción lúdica.

Conviene proporcionar momentos de juego en los que de forma alternativa ellos lo dirijan, además de otros beneficios, le ayudará a conocer los ritmos de su hijo.                                         La expresión del afecto implica no sólo gestos, también palabras y disponibilidad para la escucha. Estos espacios y tiempos “no formales” modelan las formas de comunicación con los más allegados, además de reforzar el vínculo afectivo.

 

CONCLUSIONES:

El vínculo de amor incondicional que niños y niñas establecen con sus figuras de apego (padres/madres/cuidadores principales) representa la base para su seguridad emocional y para su autoestima. Se ha comprobado que el estilo de educación familiar democrático es el que mejor contribuye a que el niño elabore una imagen positiva sobre sí mismo. Las claves educativas en consonancia con esta forma de educar, pueden ser enseñadas y por tanto aprendidas y desarrolladas por parte de padres y madres.

Mª Soledad Vadillo Gutiérrez. Psicóloga nº col. CV-10173 www.gabineteavanza.com

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

1 – En López F. (2008) Desarrollo afectivo y social (242-244). Madrid. Pirámide.

2 – En López, F. (2005) Necesidades de la infancia y protección infantil (79-80). Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales.

– Rodrigo M.J., Palacios, J (coords.)(1998). Familia y desarrollo humano. Alianza editorial: Madrid.

LECTURAS RECOMENDADAS:

-González, R y Román, Y. (2012) ¿Quién te quiere a ti? Guía para padres y madres: cómo educar en positivo. Madrid: Save the Children España.

-Faber, A. y Mazlish, E. (1997). Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen. Barcelona: Medici.

 PARA LEER EN FAMILIA:

-Ibarrola, B. (2013) Cuentos para educar niños felices. (4ª ed.). Madrid: Ed. SM.

*Para leer con los más pequeños: Gliori, D. (2013) Siempre te querré, pequeñín. (4ª ed.). Barcelona: Ed. Planeta.