La familia tiene una gran oportunidad educativa para prevenir la violencia:

 Asumiendo que la utilización de la violencia nunca está justificada.

 Enseñando alternativas con las que gestionar frustraciones, expresar la tensión o resolver los conflictos de forma no violenta y sin dañar a nadie.

Descartando SIEMPRE la violencia como forma de disciplina. Además de otras consecuencias negativas en el desarrollo del niño, con el castigo físico aprenden que amor y violencia pueden ir unidos.
Es importante tener presente que existen pautas educativas que permiten establecer las normas familiares y resolver los conflictos en un clima de comunicación y afecto. Esta forma de educar, basada en el respeto, puede ser aprendida por parte de padres y madres con una adecuada Formación y Orientación Familiar.

Si como padre o madre, piensas con frecuencia que se te agotan los recursos, consulta con un profesional de confianza; siempre hay otra opción.